Siéntate a contemplar un atardecer. Cierra los ojos y siente la brisa del mar acariciándote el alma. Piensa en los que ya no están, en los que se fueron, en los que vinieron para irse y en los que llegaron para quedarse. Disfruta del recorrido, no te ancles. Respira y siente que estás tú, que tú eres lo que de verdad importa. Que lo que has hecho, ha dejado su huella, y que lo que harás será tan maravilloso como tú quieras que sea.
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