Algunos pájaros no están destinados a que los enjaulen, eso es todo. Tienen las plumas demasiado brillantes, su canto demasiado dulce y libre. Así que, o les dejas irse, o , cuando abres la jaula para darle de comer, se las arreglan para escapar. Y la parte de ti que en el fondo creía que era un error tenerlos cautivos se alboroza, pese al hecho de que el lugar en que vives sea mucho más lóbrego y triste tras su partida.
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