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Ella es siempre la última en abandonar la fiesta. La que con una mirada
hipnotiza, con dos enamora. La que siempre está y la que nunca falta.
Con ella tienes más de un millón de historias buscando los lugares de
los que hablan las canciones, bebiendo la ciudad de un trago y sin
respirar. Y las noches se hicieron inolvidables al lado de amores
efímeros y besos letales. Y las lágrimas desaparecieron cuando apareció
ella. La mejor compañía para planear el asalto al mundo en los cafés de
las 5, para perderse en los aeropuertos, para amanecer charlando con
cara de locos, para dormir en el metro, para coger aviones. Para hacer
noche en un coche. Para hacer guardia en la puerta de ese bar hasta que
sus amores imposibles salen a echar un piti. Y guiñan un ojo en la
distancia. Como superhermanas que bailan en esa discoteca. Comiéndose la
ciudad con su sonrisa a cada paso. Como si mañana no existiera y hoy
fuera a durar para siempre. Esta ciudad no sería mágica sin ella.
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